Los sucesos se suceden rápidamente en el Hospital Montalbán. El celador Ginés, hasta ahora el principal sospechoso de los crímenes, insiste en que no tiene nada que ver con los hechos. No obstante, advierte de que si el centro hospitalario no le ayuda, no dudará en tirar de la manta, llevándose por delante el buen nombre del Hospital Montalbán. Mientras, Lidia Abad ya levantó sospechas en el capítulo anterior tras una llamada telefónica en la que aseguraba a un desconocido que no le iba a cubrir más. Tampoco Adela Valcárcel, la gerente del centro, despeja dudas sobre su inocencia, sino más bien al contrario, y es que son muchos quienes están convencidos de que nada se mueve sin su consentimiento.
Por su parte, los policías Víctor y Alain siguen buscando pruebas dentro del hospital mientras en la cementara en la que encontraron a Sara Guzmán se ha identificado una valiosa prueba: la huella de una zapatilla, que ha permitido deducir el modelo y el número. Para añadir más desconcierto a la situación, la alarma de incendios desata el caos en el hospital, provocando que pacientes y trabajadores corran despavoridos hacia la salida, huyendo de un incendio del que no hay rastro. Víctor está decidido a averiguar quién ha activado la alarma y, tras una pequeña investigación, consigue saber que el autor es un empleado, a falta de que lo confirme un paciente, quien desde su ventana fue testigo de lo sucedido. Y, todo ello, cuando está a punto de producirse una inesperada víctima.