Ahora que vive tan bien, Loli teme que su hija Sheila deje de tener éxito en el mundo de la música y todo se venga abajo. Por eso, le propone a Mariano que se haga un seguro de vida, para su familia pudiese mantener su ritmo de vida actual si a él le ocurriese algo terrible. A Mariano no le hace ninguna gracia, pero Loli y Críspula le presionan hasta que consiguen que firme. Sin embargo, la tranquilidad de Mariano le dura poco, ya que pronto comienzan sus paranoias habituales.

Poco después de firmar el seguro de vida, Mariano empieza a encontrarse mal y piensa que su familia quiere envenenarle para así quedarse con todo el dinero del seguro. Todo se complica cuando también comienza a sospechas de que Claudia y Ernesto están incluidos en el plan.

A Claudia le han pedido en su revista que entreviste a un famoso y guapísimo actor americano que se encuentra de visita en el país. Loli, que es una gran seguidora del actor, quiere acompañar a Claudia para conocerlo en persona. Ernesto y Claudia intentan quitarle la idea de la cabeza, pero resulta imposible. Sin embargo, tras haberles prestado dinero, Loli aprovecha su situación para conseguir que le permitan conocer a su ídolo.

Una vez más, los Sandoval tienen que tragarse sus palabras. Claudia se sorprende al comprobar que el guapísimo actor está encantado con la presencia de Loli y con que sea la madre de Sheila, tan de moda en el panorama musical.

Por otro lado, Loli decide comprar teléfonos móviles para todos, incluida la abuela Críspula, que odia los móviles y le parecen complicadísimos. A pesar de no saber utilizarlo, acepta el regalo con las manos abiertas. Haciendo gala de su comportamiento habitual, los niños se la juegan a la abuela con el móvil. Con sus propios móviles llaman al teléfono de Críspula y se hacen pasar por su difundo marido. Ella no sabe cómo responder a esas llamadas y siente entre miedo y una gran ilusión por poder volver a hablar con su marido.