Mientras tanto, Laura se compromete a organizar las Jornadas Olímpicas del colegio donde asisten sus hijos y se encuentra muy necesitada de voluntarios que la ayuden a prepararlo todo. Al fin Rubén y Rafa comienzan a competir en el equipo de fútbol y la rivalidad entre ellos se pone en evidencia desde el primer minuto. Los jóvenes comienzan a retarse agresivamente y Laura hace todo lo que puede para acabar con este comportamiento infantil que pone en juego todo su trabajo y rompe las reglas del juego.
Mariano y Ernesto siguen empeñados en ser rivales, ahora Mariano se ofrece a llevar a todos los niños al cine pero Ernesto rechaza la idea y esto genera que Mariano comience una campaña para convertirse en el papá más divertido del mundo. Esto, obviamente no le hace ninguna gracia a Ernesto, quien comienza a dudar sobre la calidad de su trabajo como padre. La competencia va más allá y alcanza, también, a la vida sexual de los padres. Todas las noches, Mariano realiza demostraciones sonoras de su rendimiento en la cama, lo que termina por alterar a Ernesto.