Como todos los años, en el club social se organiza un concurso de disfraces en el club social, con el motivo de la celebración de Halloween. Este año Ernesto y Claudia quieren volver a ganar el concurso, y Loli nunca ha participado en algo así pero ya sabemos que ella se ilusiona fácilmente, asique le propone a Mariano, bueno, más bien le obliga a participar con ella. Al principio le surgen ideas poco prácticas como el hombre invisible o momia con papel higiénico pero eso le haría estar toda la noche incómoda y no es muy práctico. A la desesperada de no saber que disfraces escoger para ella y su marido, decide espiar a sus vecinos y ver sus disfraces para hacerse una idea.
Como esperábamos los disfraces de Claudia y de Ernesto eran muy originales y estaban completamente conseguidos. El elige el disfraz de Jack el Destripador y ella de prostituta londinense de la época. Al final Loli decide no complicarse mucho porque no es su momento más ocurrente, por lo que al final se planta un camisón para ir de Niña del Exorcista y Mariano el traje de los entierros para disfrazarse de Padre Karras.
La abuela Críspula después de creer que su difundo marido le llamaba por teléfono decide ir al cementerio a visitarle con los niños. Ellos se lo están pasando en grande hasta que ven aparecer a Teresa, su asistenta, saliendo de un gran panteón, ellos se acercan para ver que está haciendo ella allí y descubren que el panteón pertenece a la familia de los Condes de Groizard, a los que ella sirvió durante muchos años hasta su muerte.
Al entrar los niños en el panteón se encuentran con un puro encendido, que entre ideas traviesas deciden llevárselo a casa para gastarle una broma a Teresa, pero el plan con ella no funciona y es ella la que consigue darle la vuelta a la tortilla y gastarle a ellos la broma por lo que les hace creer que han despertado al conde Groizard de su sueño eterno.