Mateo y Clara viven otra de sus crisis en una relación que parece que no termina de encontrar el equilibrio, pero esta vez es ella la que ha metido la pata presentándose en casa del subdirector de las galerías y confundiendo a su madre con una amante.
Rita está hecha un mar de dudas porque tiene que decidir si seguir adelante con Adolfo o ser sincera con sus sentimientos y esperar a Pedro, del que verdaderamente está enamorada.
Patricia sigue mostrando su lado más frío con Enrique y con su madre. En el caso de su progenitora, le dará una lección que no va a olvidar en la vida.